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Ayer se inauguró en el espacio CaixaForum de Madrid la exposición del fotógrafo Sebastião Salgado (Aimorés, 1944) Génesis. La exposición, que permanecerá en CaixaForum Madrid hasta el próximo 4 de mayo, viajará más tarde a Tenerife, Barcelona y otras sedes de la institución.

Además de presentar el catálogo de la exposición editado por Taschen (un tomo de gran calidad que ronda los 50€), también ha aprovechado para publicar sus memorias a través de la editorial de La Fábrica; del que en El Cultural nos ofrecen las primeras líneas. “Al que no le guste esperar no podrá ser fotógrafo”. Así empieza este libro escrito con la colaboración de la periodista francesa Isabelle Francq y donde el artista condensa su visión de la fotografía, su trayectoria y su compromiso humanista. A través de 25 breves capítulos acompañados por algunas fotografías, De mi tierra a la Tierra desvela el proceso de creación de sus grandes reportajes y su propia historia, como militante de izquierda en Brasil y exiliado en París, siempre con su compañera de vida, Lélia. Aquí podéis acceder al resto del contenido.

De mi tierra a la Tierra

Y si fuera poco, ayer algunos pocos, ya que las entradas se agotaron rápidamente, pudimos asistir a una breve conferencia en CaixaForum,  en la que Salgado nos habló sobre el camino vital que le ha llevado a sus 70 años a presentar esta grandísima obra, de más de 10 años de trabajo conjunto con su mujer y compañera durante los últimos 50 años, Lélia Wanick Salgado. Para aquellos que no pudisteis asistir, voy a reproduciros mis apuntes de la conferencia con lo que ha compartido con todos un poco más adelante.

Salgado ha provocado todo tipo de reacciones a lo largo de su carrera. Su fotografía comprometida ha sido tachada de mostrar demasiada belleza o perfección fotográfica y técnica allí donde el dolor o la pobreza han sido los protagonistas. Por ejemplo, tras su proyecto Migraciones, el crítico Jean-François Chevrier no dudó en descalificarlo acusándolo de hacer “voyeurismo sentimental” y de aprovecharse del sufrimiento de los demás para hacer arte. Una acusación que se ha dado en muchos otros casos de fotógrafos documentales. Es un eterno debate donde la belleza de la imagen y la pobreza o sufrimiento convertido en arte suponen un choque moral. ¿Es una dignificación de los sujetos artística, una manera de visibilizar su causa, o un esfuerzo inútil – el sujeto seguirá tras la fotografía en la misma situación – y egoísta por parte del artista?

Aquí tenéis un artículo muy interesante al respecto de este debate, titulado “Estética de la miseria”.

Sin embargo, su calidad técnica es intachable, sus imágenes perfeccionistas impresionan al público de una manera u otra y sus motivaciones comprometidas para mí son un ejemplo a seguir. Mi opinión es que la visión fotográfica de Salgado es SU visión, una manera de ver el mundo que comparte en sus imágenes. Una visión coherente, para él, conformada a través de sus vivencias y experiencias vitales. Quizás para otros esta no sea la mejor manera de mostrar el Mundo: por suerte, es suficientemente amplio para que todas las miradas se complementen. Las imágenes de Salgado son tan necesarias como las de aquellos que sean contrarios a ellas.

Galápagos/Equador . 2004

 Sebastião Salgado, Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, empieza confiando en su portuñol para realizar la conferencia sin traductores, afirmando que “todos los españoles somos un poco gallegos”, aunque la verdad es que a Salgado se le comprende perfectamente. Para él es importante estar presentando su trabajo en España, ya que es un lugar que le ha dado muchas alegrías a lo largo de su carrera profesional. En el País publicó su serie Trabajadores y Éxodos, y además Asturias no sólo le ha proporcionado el Premio Príncipe sino gran ayuda (así como Valencia) para su proyecto personal de replantación forestal.

Nace en Brasil en 1944 en una zona rural aislada completamente. Brasil es en esos momentos un país donde el 90% de la población es rural. Sus padres tienen una hacienda donde crían reses en grandes campos, rodeados de bosques casi vírgentes, y las distancias se miden en horas a caballo. La radio se enciende los domingos una hora en su hacienda para recibir las noticias del exterior y gente de los alrededores se suma al evento.  Así crece Salgado con sus 7 hermanas hasta que, para continuar la segunda parte de sus estudios, se muda a la ciudad de Victoria, a sólo 180km pero 9 horas de tren. Allí reconoce que “se urbaniza”. Brasil en los años 50 está industrializándose y la vida urbana le muestra a Salgado la “miseria urbana”, la verdadera pobreza, ya que en la vida en el campo era humilde pero no pobre. “Crecí en el Paraíso”. Conoce en esa época a Lélia, con la que ya hacen 50 años juntos. Estudia un Máster y juntos militan en la izquierda. Se casan. Hay una represión brutal en Brasil, por la dictadura y contra la influencia cubana. Luchan y viven en la clandestinidad pero en un momento dado toman la decisión del exilio para poder continuar sus estudios.

América Latina/ México 1980

En 1969 viajan a Francia sin saber fecha de vuelta. Salgado se centra en su doctorado en Economía y Lélia estudia para hacerse arquitecta. Es Lélia quien le regala su primera cámara, con la idea de usarla también para sus trabajos de arquitectura. Montan un humilde laboratorio de revelado en casa. En 1971 se mudaron de nuevo, a Londres, donde Sebastião trabajó como economista para la Organización Internacional del Café. Viajó con frecuencia a África en misiones afiliadas al Banco Mundial. Es en este año que realiza su primer viaje a África: Ruanda, donde permanece sobre un mes. Se da cuenta que a la vuelta de estos viajes le motiva muchísimos más el tiempo que dedica a revelar las fotografías que los asuntos económicos, así que un día en el lago de un parque, con Lélia en un pequeño bote, discuten durante horas sobre su destino vital: fotografía o economía. Finalmente decide dejar todo lo que hace por la fotografía. Esto atrae opiniones en contra. “Yo quiero ser fotógrafos, mi hijo quiere ser fotógrafo, todo el mundo quiere ser fotógrafo pero, ¡no lo abandonamos todo!”, le contesta su jefe cuando decide dimitir por esta razón. Vuelven a París y allí hace todo tipo de fotografía, está aprendiendo, y es probando que se da cuenta de que la fotografía social es el camino. Ahora lo ve con claridad, por su perfil comprometido y relacionado con temas económicos globales (no de empresa), era lo lógico.

Região do Lago Faguibine. Mali . 1985

Empieza en la agencia SIGMA, que no le gustó, y luego trabaja durante 4 años en GAMMA. Considera esta agencia su escuela de fotoperiodismo. Durante esa etapa aprendió a ser fotógrafo profesional, aprendió también mucho de otros fotógrafos y recuerda esa etapa sin medios de comunicación globales con cariño. Trabajaba para Times o Newsweek y en el aeropuerto pedía a un desconocido que le llevase los rollos de película en el avión. Luego avisaba a la agencia: “los rollos los lleva un chico con tal ropa, tal pelo” y ellos se ocupaban de ir a la salida del aeropuerto, localizarle y así poder tener dos días después las imágenes en la prensa. Sus conocimientos en economía le ayudaban analizar los sitios a los que viajaba, a los que a veces tenía que decidir irse en cuestión de horas y sobre los que leía en el propio avión. También le sirvió para tener mayor capacidad de síntesis a la hora de escoger sus motivos fotográficos. Elegía además las historias según sus coherencias ideológicas. Viaja mucho a África y llega un punto en el que considera que se acaba su etapa de aprendizaje y quiere más, por lo que se presenta para entrar en la agencia Magnum.

Trabalhadores. Colheita de folhas de chá. Ruanda . 1991

La agencia Magnum le permite realizar otro tipo de reportajes. Trabajos a largo plazo. Soñaba las historias que hacía. Pero tenía muchas ganas de poder volver a Brasil. Gracias a estudiar en Francia puede viajar con pasaporte francés, pero no son bien recibidos en Brasil por eso mismo, y con amigos abogados consiguen que finalmente se vean obligados a darles el pasaporte, lo que crea un precedente. El 31 de Septiembre de 1979 regresa por primera vez a Brasil. El tener este doble pasaporte (francés/brasileño) le permite muchas facilidades a la hora de viajar, donde unos no son bien recibidos, puede ir con la otra nacionalidad. Su primer libro de fotografía se crea a través de estos viajes de vuelta a Latinoamérica. En esta época es Lélia la que mantiene el núcleo familiar.  Realiza varios proyectos con Unicef y Médicos sin Fronteras (en Madrid también).

Trabalhadores. Sprays quيmicos protegem o trabalhador contra o calor das chamas. Greater Burhan, Kuwait . 1991

Entonces decide exorcizar el economista que lleva dentro. Con la llegada de las máquinas y robots el mundo laboral se transforma, cambian las relaciones con el trabajo, empresas como el acero dejan de ser rentables en países como Francia o España y se van a países como Brasil o India. Lo considera el fin de la Revolución Industrial. Durante 5 años fotografía dentro del concepto del trabajo productivo. Viaja por China o Rusia para el proyecto que se cristalizaría en Trabajadores. A través de estos viajes llega a otro concepto: la globalización y los grandes núcleos de población. En 50 años Brasil pasa de tener el 90% de población rural a tener el 90% de población urbana en función de un sistema industrial. De nuevo con el apoyo de Lélia decide cambiar el rumbo de sus imágenes hacia las emigraciones y la diáspora. El Estrecho, México, Vietnam… Trabaja durante siete años. El final del trabajo le lleva  a Ruanda, donde vive la etapa del genocidio de 1994. Fotografía los campos de refugiados en Congo, donde mueren 12.000 personas al día y los cadáveres son retirados por bulldozers. Salgado se enferma, física y psicológicamente. Deja de fotografiar.

I Éxodos. A praia de Vung Tao, de onde a maior parte dos « boat people » partiu do Vietnã . 1995

En eses momentos reciben la hacienda de sus padres, y lo que espera que sea una vuelta a la naturaleza choca con la dura realidad. La hacienda tiene más de la mitad de los terrenos completamente destruidos, degradados. Es idea de Lélia replantar la hacienda tal y como era antes. Y aceptan el desafío. Así empiezan juntos este nuevo proyecto, único en Brasil, que les llevará a plantar a día de hoy más de dos millones de árboles y de 300 especies distintas. Ver volver a la naturaleza retomar su lugar le anima a continuar trabajando. Se convierten en la principal organización ambiental dentro de su zona, tan grande en extensión como Portugal. A través de la UNESCO y la Conservation International, se enteran de que el 46% del planeta aún se mantiene puro, a pesar de la idea “urbana” de que ya está todo perdido. Así empieza “Génesis” con la idea de buscar estas zonas intactas del planeta. Eligen 32 de estas regiones. Pasan dos años conceptualizando el proyecto, otros ocho fotografiando 8 meses al año, dos meses en cada sitio y otro en París editando el material. Y dos años después más con Lélia para coordinarlo y finalizarlo hasta el día de hoy. Hay 5 copias que están enseñándose por todo el mundo a la vez, ya más de un millón de visitas hasta ahora a las exposiciones. El libro, con más de 500 páginas busca tener el menor margen de beneficio posible para que pueda llegar a la mayor cantidad de personas. Él considera que Génesis es una pieza más que se añade al sistema informativo global y la conciencia ecológica mundial.

Butao. 2006

Para finalizar Salgado habla sobre su uso del blanco y el negro. Aunque es consciente de que el mundo no es desaturado, los colores le pierden y le desconcentran. El blanco y negro le permite encontrar su punto de interés. A la hora de contar historias, el color le perturba. Además el color también era más caro al principio de su carrera. Recuerda que el último reportaje en color que hizo (ya que al principio trabajaba en color por exigencia de las agencias) fue del 40 Aniversario de la Revolución socialista en el 87 en la Plaza Roja de Moscú. Aunque reconoce que hace fotografía en color “con el Iphone”.

Namibia 2005

Respecto a la fotografía digital cuneta que trabajaba hasta 2008 con negativo, al principio con una Leica de 35mm y más adelante para Génesis con medio formato. Por culpa de los temas de seguridad en los aeropuertos y perder más de 52 rollos afectados por pasar continuamente por los escáneres pensó no llegar al final del proyecto. Incluso volviendo de Sumatra y tras pasar por 7 aeropuertos con sus consecuentes 7 peleas pierde dos películas. Casi abandona. Entonces su amigo Philippe Bachelier, uno de los mejores técnicos digitales, le anima a probar. Tras probar varias cámaras se da cuenta de que puede trabajar con resultados perfectos. Él usa la cámara digital como nuevo soporte pero después en el laboratorio le hacen las planchas de contactos y los negativos analógicos para realizar las copias finales. Así da fin a su pesadilla en los aeropuertos. Sobre su proceso de trabajo en digital podéis leer estos dos artículos realizados por el propio Philippe Bachelier: 1º PARTE y 2º PARTE: “Sebastião Salgado y la fotografía digital”.

Os Indios do Alto Xingu / Brasil . 2005

Por último sobre sus fotógrafos de referencia destaca a Bill Brandt especialmente, y después a Álvarez Bravo, Chambi, Bresson o Koudelka y en España a García Rodero, de quien reconoce que le encantan sus fotografías. Sin embargo para él, lo que tiene por sus trabajos es admiración pero no los reconoce como guías. La fotografía que uno hace puede estar influenciada por las fotografías que ve en una pequeña medida pero sobre todo se conforma según la vida, el pasado o la actitud que uno defiende.

Retratos. Campo de Kamaz para afeganes deslocados. Mazaz-e-Sharif, Afeganistão . 1996

 

Os dejo para finalizar un VÍDEO de Taschen donde Salgado conversa con Benedikt Taschen sobre el proyecto de fotografía que cambió su vida:

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