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Hacía un día precioso de agosto cuando fuimos a hacer estas fotos de Icíar y Laura, dos primas que son casi como hermanas, en las afueras de una aldea de Ourense.

 

 

Disfrutamos un montón, primero hicimos una visita a la huerta de la abuela, donde descubrimos tomates gigantes y verzas altas como un pequeño bosque para ellas.

Después nos fuimos al campo, y aprovechando el atardecer, salieron estas fotos preciosas de las dos primas disfrutanto, como tiene que ser, de un día de verano en la infancia.

A esta sesión de fotos tengo muchísimo cariño porque son familia y además fue un día inolvidable. Lo que más me gusta es que me resulta una sesión muy evocodora. Al final, son recuerdos que ya nos quedan para siempre en la memoria!

Después de verlas, me parece que puedo cerrar los ojos y oler el campo, escuchar las risas, sentir ese solecillo de atardecer de verano que nos da en la nuca.

Apetecen helados y correr, lanzarse piñas, recoger flores, dar volteretas y hacer un buen zumo de frambuesas silvestres. Decían las niñas, que son madrileñas y veranean allí, que el zumo de moras las hacía más galleguiñas 🙂

¿Se puede pedir más a unas buenas vacaciones?

¡Espero que os gusten las fotos! 🙂

 

 

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