Tenía ganas de subiros fotos mías, y aunque me quedan muchas de la experiencia en Austria, (entre ellas las de Venecia, ¡¡que me dan un respeto enorme!!) quiero enseñaros las fotos de un lugar mucho más cercano y no por ello menos bonito: Burgos.
En una escapada de fin de semana fui por primera vez a esta ciudad. Siempe me había tocado ir de paso y poder disfrutar de la ciudad de piedra fue un placer. Aunque no tiene nada que ver con Galicia, sus piedras y callejuelas me traían de vuelta a Santiago y me imaginaba la emoción de los peregrinos haciendo el camino y pasando por aquí – un viaje fotográfico que tengo muchísimas ganas de hacer también-.
Las calles de Burgos, sobre todo en el casco viejo, con poco tráfico y piedra, son un gustazo para pasear, aunque una pena no poder aprovechar el sol en una terraza por altas posibilidades de congelación.

Solecillo de invierno y dos estatuas que no dieron problemas para posar en la foto.

Vidilla en los alrededores de la catedral.

No podía faltar la foto del acordeonista en el arco 🙂
También están llenas de ARTE, tanto de la más pura street art como de performances urbanas en el paseo del río Arlanzón.

Arte callejero. Tengo grandes dudas de si el perro y la señal estaban incluídos en la performance…

Street Art 😉
Después de pasear a gusto por la ciudad y tapear todo lo querido y más (¡bendita la gastronomía de Burgos!) por supuesto no podía faltar un paseo a visitar su Catedral. Pensé que lo mejor para buscar fotos distintas, era alejarse un poco y esto fue lo que salió:

La carretera de camino al castillo con las vistas de la Catedral de Burgos

Diferentes texturas arquitectónicas 🙂
La Catedral por dentro también me dejó muy buenas fotos, la verdad es que es muy bonita, me traía recuerdos a la de Toledo. Mis zonas favoritas: el coro, el órgano… la luz en estos espacios que es tan evocadora y también estas tallas de piedra que a veces no dejan de sorprender.
Por último para aprovechar las últimas luces, qué mejor que dar un paseo al lado del río Arlanzón por el parque del Espolón, antes de volver a darnos al vicio de las tapas. Han quedado ganas de volver, por supuesto, aunque quizás sin tanto frío.
Y por último, aunque no es mi pretensión hacer un post de viajes sí recomendaros fervientemente que si pasáis por aquí, no os perdáis el Castillo. Tiene unas vistas sobre la ciudad muy buenas y es una fortaleza muy interesante.
Y ya por supuesto, reservar y acercaros a los Yacimientos de Atapuerca. Podéis ir en coche pero también organizan autobuses desde la ciudad – desde el Museo de la Evolución Humana, también recomendable-. Es increíble los hallazgos que allí os contarán y de los que podemos presumir gracias a un trabajo que está en su fase primera: queda todo por delante y eso es muy motivador. Es una visita muy completa y emocionante (por lo menos mis sueños de niña de hacerme antropóloga allí volvieron con toda su fuerza!). Siempre estamos buscando las cosas más increíbles fuera de casa y a veces, están a nuestro lado.
¡Gracias por vuestro tiempo y seguir leyéndome!

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